Sin ti, ya no soy yo.
Con alcohol las heridas escuecen más. Pero qué más da que escueza si ya estoy acostumbrada al dolor. A ese puto hueco en el pecho desde que te fuiste. Y me la suda volver a abrir la herida una y otra vez, sé perfectamente que haga lo que haga la cicatriz va a quedar marcada, para recordarme lo que fuimos. Y que ahora no seamos nada me hace pensar en que nos tomamos las promesas demasiado a la ligera. Si prometes, cumple. Porque ni una sola de tus putas promesas queda en pie. Quizás a esas alturas la culpable fui yo. Ya no es culpa de quien promete, sino de quien lo cree. Y yo te creí, y mira si lo hice que aún te creo. Creí que estarías siempre a mi lado, que me querrías hasta el final. Un "siempre" del que no llegamos ni a la S.Y aquí sigo, sin ti. Con una botella de Vodka. Una más de mis adicciones sumada a la de pensarte y quererte. Y desde que no estás, bebo. Y vaya si lo hago, pero no para olvidar. Porque de lo de olvidarte ya me rindo, misión más que imposible después de que un "te quiero" saliera de tu boca después de besarme. Qué cabrón, sabías muy bien como hacerme tocar el cielo, pero también sabías perfectamente como hundirme mucho más abajo del suelo. Una y otra vez, me hacías subir más arriba del Empire State y me dejabas caer desde allí. Y yo como una tonta te hacía caso cuando volvías pidiendo perdón con esos ojos que me hicieron perderme. Sigo buscándote en el fondo de cada copa, sabiendo a ciencia cierta que no volverás y preguntándome que he hecho mal. Pero joder,yo te quería.
(Y te cuento un secreto, aún te quiero).
No hay comentarios:
Publicar un comentario