martes, 29 de enero de 2013

Con vistas al mar.

Nunca fuimos como los demás. A ti te gustaba ser especial, y a mí me bastaba con ser diferente. Pero eso no significa que no nos quisiéramos, lo hacíamos, incluso de una manera tan fuerte que dolía.

Nos gustaba discutir por el simple hecho de que cuando estás enfadado dices más verdades que nunca.

Tampoco nos despedíamos, donde esté un te quiero que se quite un adiós. Aunque quizás halla sido eso lo que más me ha dolido, que te hallas ido sin despedirte.

Y  no nos iban las promesas, preferíamos escribir una lista de cosas que no se podían hacer, y luego hacerlas. 

Nuestro único enemigo era el destino, que a pesar de no creer en él, sabíamos que era un cabrón y nos iba a acabar separando.

Pero mientras tanto, íbamos a nuestro aire. 

Adoraba los domingos tanto como tú me adorabas a mí. Porque en el último día de la semana, era cuando más cariñoso estabas, porque sabías que me volvías loca al darme un beso en la nariz y acariciarme el pelo.

Menos mal que no nos prometimos un siempre, porque nunca lo íbamos a poder cumplir. Y no sería por el empeño que le ponía yo, sino por lo mucho que te gustaba a ti eso de mirarles el culo a otras, con la excusa de que lo hacías para ponerme celosa.

Una cosa más en la que nunca estábamos de acuerdo era en el lugar en el que viviríamos juntos. Yo quería una casa con vistas al mar (me recordaba a tus ojos), y tú  preferías un piso en la ciudad (decías que te gustaba el caos del tráfico, pues se parecía a mí antes de que me enamoraras). 

Y bien, nuestro orgullo o lo que tú llamabas ser fuerte nos hizo ganar a los dos la batalla de elegir nuestra casa ideal, aunque nos hizo perder muchas más. 

Espero que desde tu ventana se oiga el ruido de los coches y me recuerdes, pues yo me paso el día mirando al mar y viendo tus ojos reflejados en él.


lunes, 24 de diciembre de 2012

Sus ojos, bueno, más que sus ojos, su mirada. Nadie antes me había mirado de esa manera. Es imposible no enamorarse cuando te mira así, con sus ojos verdes que te hacen verlo todo mucho más claro. 

Qué bonita esa mirada de amor, puro amor, cuando te mira como si no necesitara nada más en el mundo, como si le completaras. Imposible explicarlo, miles de poetas han intentado hacerlo y no han conseguido ni acercarse a lo que expresaba él cuando me miraba.

Y más difícil aún de explicar es lo que me hacía sentir. Vértigo. Sí, vértigo. Algo así era estar apoyada sobre su pecho y que te acariciara el pelo y de repente...ZAS! Su jodida mirada que enamoraría hasta a los que no creen en el amor. Y justo después llega el miedo, nunca antes había sentido tanto miedo. Miedo de enamorarme (aunque ya era demasiado tarde), miedo sobre todo a perder algo que amaba, que se había convertido en imprescindible para mí. Quizás fue el miedo a perderle el que me impidió tenerle, qué putada. 

Me siento afortunada de haber sido la primera a la que amó lo suficiente como para dedicarle sus ojos cada noche, y la primera que le miró totalmente enamorada (y aunque otras le amen mejor, yo le amé más).

Sigo aquí, octavo piso del portal en el que tantas veces nos besamos. Pero él no vuelve, por si acaso no he vuelto a mirar a nadie como lo hacía con él. Como le prometí, sigo sonriendo, pero mis ojos reflejan demasiada tristeza. 

Por si te da por volver, sigo esperando con el folio en blanco a que me vuelvas a mirar     con tus ojos amor, a ver si consigo transformar de una vez tu mirada en poesía y compartimos una vez más cama y sueños.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Ven, no te vayas.

Eh, tú, vuelve.

Ven aquí y dame un abrazo de esos que me abrigaban hasta en pleno invierno.

Pero después no te vayas, no como hiciste las quinientas veces anteriores. Y si te vas, al menos deja la felicidad aquí.

Somos como una jodida montaña rusa. Subimos, un par de movimientos bruscos y ya empezamos a gritar. Y luego toca la peor parte de todas, esa que parece relajada, pero aún sigues con el miedo en el cuerpo, y sabes perfectamente que no acaba ahí. Que vuelves a caer y todo vuelve a dar vueltas a tu alrededor. Y se acaba, fin.

 Pero cuando te bajas de la montaña rusa es cuando te das cuenta de lo bien que te lo has pasado en ella, de que ha habido buenos momentos, y, como gilipollas, nos volvemos a montar. 

Pero ya estoy harta, me sé el puto trayecto de memoria, pero me sigue pudiendo la adrenalina.

Y tú con ese "una vuelta más" y yo con mi "vale,pero la última" que nunca cumplo.


Que con solo poner morritos ya me ganas, y quizás ese fue mi error.
Aunque pensándolo bien, te mereces todo por el simple hecho de que haces que adore los domingos y que mis martes 13 se conviertan en un 14 de Febrero. 
Y eso de que sume todos los números que vea para ver si dan 8, no sé si me explico.
Bah, qué más da...me refiero a eso de basar mi felicidad en ti y en la mejor curva que he visto nunca (tu sonrisa). 



viernes, 7 de diciembre de 2012

Háblame.

Háblame de la EXPERIENCIA cuando sepas que con lo que se aprende no es con los años, sino con los daños y caídas que te llevas.

Háblame de AMOR cuando lo sientas tú mismo, cuando corra por tus venas, cuando tu corazón deje de ser simplemente un músculo que bombea sangre.

Háblame de PERDONAR cuando a pesar del daño que te haya hecho una persona, la sigues queriendo como antes.

Háblame de INSOMNIO cuando te pases las noches mirando al techo de tu habitación pensando en él y le veas incluso cuando cierras los ojos.

Háblame de PERDER EL ORGULLO por alguien cuando te lo tragues y vayas detrás de una persona para evitar perderla.

Háblame de CELOS cuando le veas paseando con otra y no puedas soportarlo, cuando el simple hecho de que viva con otra los momentos que vivía contigo te haga llorar.

Háblame de SONREÍR cuando lo hagas aunque sea lo último que te apetece, y tengas que forzar la sonrisa.

Háblame de DECEPCIÓN cuando te entregues al completo a alguien y esa persona te falle.

Háblame de CONFIANZA cuando alguien te haga subir muy alto y estés seguro de que no te dejará caer.

Smile.

Hay tanto y tan poco. Demasiadas cosas, pero con tanta facilidad para desaparecer de tu vida...

Y lo peor es que tú piensas que esas cosas no van a faltarte nunca y empiezas a depender de ellas.

De sus mensajes a todas horas, de sus sonrisas, de estar con esas personas que te hacen sentir tan especial, de fabricar recuerdos con tus amigos...

Dependes de todo eso, y cuando te falta notas que ya no puedes seguir adelante, que nada vale la pena.

Joder, y cómo lo hacías antes? Que te pasabas el día sonriendo y tampoco tenías todas esas cosas.

Porque nada dura siempre y por mucho que duela tendrás que acostumbrarte, que ya vendrán más razones para ser feliz. Por el momento, sonríe.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Fin de una historia, principio de otras mil.

"Hasta aquí hemos llegado, voy a olvidarte." Venga hombre, no suena convincente ni escribiéndolo.

Llevo intentando autoconvencerme de que no mereces la pena desde que te dejé ir, y sigo pensando que mereces la pena desde el primer minuto en que te vi y ya no me mirabas con esos ojos amor (solo conservas de ellos su color verde,que me vuelve loca).

¿En qué estaría yo pensando? Con todo lo que has hecho por mí y yo haciéndole caso a la gente que me decía que no me merecías (la que no te merecía era yo).

Y es jodido lo de saber que no vas a volver, que hay cosas de las que te arrepientes toda la vida y recuerdos que se te clavan hasta el puto final.Que empiezo a escribir y sólo me sale tu nombre y un 'te echo de menos'.

Notar que el dolor es menor, ya solo duele al respirar, pero que sigues en mi mente cada día. 

Que ya es hora de dejar de escribirte a ti y solo a ti, porque no me quedan palabras para describir lo que siento por ti, y que ya necesito pasar página.Pero las páginas se pasan con saliva, no con el tiempo, y sin tus besos me resulta imposible seguir escribiendo mi historia,no quiero pasar de tu capítulo.

Nadie me ha demostrado tanto como tu en tan poco tiempo, y sé que habrá más, pero jode decir que ninguno a tu altura.

Y con un, "te he querido, te quiero y te querré. Como solías decir, hasta el final." cerrar mi nota de despedida, sabiendo que no la vas a leer. Con lo que me gustabas que leyeras mis mensajes en tu espejo con carmín y mi espalda como si fuera braille, con tus yemas.

Lo prometido es deuda, no te olvidaré.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Nada.

Me mandas escribir en un folio lo que siento: Nada.No queda nada sobre lo que escribir, nadie en quien pensar sabiendo que también piensa en ti.Podía tenerlo todo,pero no te podía tener a ti, entonces de que servía?Nada que hacer para perder el tiempo y dejar de pensar aunque sean 5 minutos en ti.Tenerlo todo contigo y nada si no estás.

Y mira que me advirtieron de que eras un cabrón,pero me creía más hija de puta que tú. Pensé que podía ganar en un juego en el que tu tenías ventaja, y demasiada experiencia.

"No te enganches a mí, es difícil dejar un vicio." Me repetías, y yo ciega, mirándote a los ojos y viendo mi sonrisa de tonta reflejada en ellos.

Seguíamos eso de "tú mi droga yo tu yonki" al pie de la letra, pero no me daba cuenta de que ya estaba enganchada a ti y que a pesar de ser la droga con los mejores efectos, era la más difícil de dejar.

Y ahora esto. Nada. Buscando aunque sea una pizca de esa droga, y cada vez con menos fuerzas para seguir.

Fumarnos el uno al otro, me encantaba esa rutina. Y ahora yo sola en mi cuarto comiendo techo por ti.

Que ingenua, jugaste conmigo y lo sabía bien, pero creía que podía ganar.

Unas gotas en el papel y dejar el puto folio en blanco, nada.